domingo, 1 de agosto de 2010

¡Volvemos al Malba!

La insistencia busca fijar una idea: a partir de la posibilidad de que uno sea su propio programador -el que elige qué ver, cuándo y con quién-, el cine cambia. Cambia la forma de vivirlo, disfrutarlo, entenderlo. El cambio es absoluto, definitivo, demoledor. Ya nada es efímero: esas aventuras vividas en tal o cual sala oscura, se transforman en insuperables objetos de colección, de devoción permanente, de consulta instantánea con sólo darle al Play. Como decíamos en la primera parte de este ciclo, el VHS democratizó al cine con su arrolladora popularidad, dejando bien en claro que nada sería igual.

Y acá estamos. Décadas después, la cantidad de material que está al alcance de la mano es inabarcable. Las figuritas difíciles jamás fueron tan fáciles, gracias al dvd y la dichosa Internet, quienes allanaron definitivamente lo poco que quedaba por allanar.

Pero el VHS fue el primero, el que marcó el camino y forjó cinefilias desprejuiciadas, alegremente desprolijas. Por eso la vuelta de este ciclo, por el que debemos agradecer a Fernando Martín Peña. Sí, la culpa es suya.

No faltarán los derrotistas que se pregunten cómo se incluyeron películas que aquí nunca se editaron en VHS (Polyester), que llegaron tarde -o tardísimo- al formato de marras (Storytelling, Legado de violencia) o por qué se incluyen segundas o quintas partes sin ver las primeras. La respuesta es simple. Este ciclo no busca repasar viejos títulos de videoclub sino, un objetivo más ambicioso: reflejar una forma de ver el cine.

El crítico australiano Adrian Martin insiste en la idea de que la cinefilia está en constante expansión, cambiando todo el tiempo: “como ejemplo, algo que la gente quizás soñó en los ´70, pero sólo practicó de manera ocasional: escribir crítica exclusivamente en fragmentos cortos, aforismos o haikus- se convirtió en un nuevo género de expresión, ¡y no sólo en Twitter! Estos experimentos en proceso (aún siendo en algunos casos simples modas pasajeras) nos abren a todos la posibilidad de experimentar".

O sea, lo que Warhol hizo con el arte, es lo que el VHS hizo con el cine. De allí que en las siguientes reseñas se encuentran en dosis similares críticos laureados, marcantileros de videoclub y usuarios de IMDB (gracias, bluethunder35, dondequiera que estés).

Si en la primera edición parecía que nos habíamos extralimitado, ahora podemos aventurar que quizás fuimos demasiado lejos. "La hora de sentar cabeza no llegará jamás", diría Guy Debord. Si hay una tercera parte de Generación VHS, seguramente seguiremos reclamando reconocimiento académico para Paul Bartel, Adriano Celentano, John Cusack y Golan-Globus. Eso sí, si hay una tercera parte, esperemos que no salga directo a video…

Para despistados, aclaramos una vez más: todas las películas programadas serán proyectadas en material fílmico. Por suerte.